Vegem, en traducció al castellà de A. Espina, com acaba la Sàtira X de Juvenal (poeta llatí, s. I-II dC):
Una mente sana en un cuerpo sano es lo único que debemos pedir a los dioses. Yerran los que les piden el cumplimiento de sus gustos, ignorando qué es lo que verdaderamente les conviene, cosa que sólo conocen los dioses y que no niegan a los mortales.
Pues que se acude a los templos con rogativas, no sacrifiques las sagradas entrañas de un lechón para conseguir lo que ha de perjudicarte. Hazlo para aquello que te indico. Pide un alma que no albergue el temor de la muerte, que sepa gozar de los bienes de la naturaleza, que aleje de sí la maldad y los apetitos groseros, ignore la iracundia, sea capaz de soportar con entereza los rudos trabajos y las calamidades de la existencia, y prescinda de los deleites del vicio y de los festines de Sardanápalo. La virtud es el único cauce de la vida tranquila. Tu prestigio, ¡oh Fortuna!, se extinguirá si la prudencia preside nuestros actos, pues sólo a nuestra insensatez debes el que te coloquemos a la altura de la divinidad.
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